lunes, 13 de octubre de 2008

REUNIÓN DE MAGOS

Bueno pues este es el 1r capítulo del segundo "libro". Se llama LA PROFECÍA DEL MAL. Antes, pero, os ago un micro resúmen del 1r libro:

Gri es un joven humano que pierde a toda su familia y es hecho prisionero pero es liberado por el mago Brambleburr y su aprendiz Pachi. El primero propone a Gri convertirse en aprendiz suyo y éste acepta.

Corren diversas aventuras hasta llergar a un bosque élfico en donde Gri se enamora de una bella elfa llamada Larenlië. El joven descubre que no pueden estar juntos pero aún así la besa.

Continúan sus aventuras hasta llegar a Altaim en donde un mago negro, Drehem, mata al Maestro. Este en su último aliento hace prometer a Gri y a Pachi que irán en busca de un antiguo mago, el Ermitaño, para que los entrene.

Cuando lo encuentran empieza el adiestramiento. Y ya esta:


CAPÍTULO 1: REUNIÓN DE MAGOS

El joven entró en la caverna. Tiró el montón de leña en una esquina, intentando no estorbar la meditación del Ermitaño. Pero este, sin abrir los ojos, le habló:

-¿Sabes que ocurre mañana? -le preguntó.

-No... -dijo el joven.

-Mañana cumples dieciocho años. Mañana te hirás...

Gri se quedó sin habla, ya ni se acordaba de su cumpleaños.Casi había olvidado cuántos años tenía.

-Eso parece... ¿Pero y tú, Maestro? ¿Te quedaras en este agujero el resto de la eternidad?

Gri esperaba una reprimenda pero el anciano no respondió enseguida, se quedó pensativo.

-No... Yo también marcharé. Mi hora a llegado... Mañana nuestros caminos se separan pero después volveran a cruzarse. Dices que tu Maestro te envió a mi para que te revelara tu destino... En realidad sólo soy un puente... Serás tú quién deberá descubrirlo. Recuerda esto...

El joven se quedó sin entender las enigmáticas palabras del Ermitaño. No supo qué decir para romper ell hielo.

-Voy a preparar el equipaje. -dijo al fin.

-Bien...

Puso en su macuto diversas pócimas y hierbas medicinales. Llenó una bota con agua y reunió víveres suficientes para unas semanas. También puso otros objetos útiles cómo un pederñal, una pequeña sartén, etc. Se equipó con una rodela de cuero y un jubón. Cojió su pesada capa de pieles y un cuchillo de monte. Además preparó a su nuevo caballo, Viento, para el viaje. Pero sobretodo no se olvidó de ponerse un colgante con una piedra azul tallada en forma circular, la piedra de Larenlië, la elfa, su amor, lo que le había dado fuerzas para seguir.

Después de todo esto se fue a dormir.

Despertó en una clara mañana de invierno. Los pájaros del pequeño valle cantaban y el agua de la cascada caía con tranquilidad.

Desayunó con el Ermitaño. Cómo siempre en silencio.

-Felicidades -deseó con sinceridad el viejo, sonriendo.

-Grácias -dijo con alegría Gri.

Acabó de preparar su equipaje y ensillar a su caballo. Estaba en la entrada de la cueva. El Ermitaño lo observaba desde la entrada.

Finalmente, cuando Gri se disponía a montar, el anciano lo interrumió.

-Espera... -dijo entregándole un especie de palo envuelto en un pañuelo- He hecho esto para ti. Pruebala.

El joven lo cojió y retiró el trapo. Era una espada, con su beina y su cinturon. No era especialmente bonita. Pero cuándo la blandió descubrió que se adaptaba perfectamente a su mano y fuerza.

-Si quieres -continuó el Maestro- puedes escribirle runas de hechizos, es una espada mágica.

-Muchas grácias -dijo el chico, emocionado.

Se abrazaron. Gri montó a su caballo. Antes de hirse se giró hacia el Ermitaño.

-Adiós, Maestro.

Espoleó a su caballo y se fue de allí, quizás para siempre.

-Hasta siempre... Gri... -dijo el mago cuando ya no podía hoirle.

El hobre agarró al rubio enano por el cuello mientras lo estampaba contra la pared del oscuro callejón.

-¡Ya estoy harto de ti, escoria! -dijo el humano- Ya que no tienes el dinero te lo haré passar bien. ¡Te juro que por la mañana tus pelotas colgarán de una farola! ¡Aguantadlo!

Sus dos compañeros obedecieron. El otro se sacó un cuchillo.

-Te juro que te lo daré todo mañana -suplicó el enano- Sólo dejame dos horas.

-Si, eso dijiste hace una semana -dijo el hombre con rábia- Ya es tarde, Zorim...

El matón se dispuso a acuchillar al indefenso enano.

-¡Eh! ¿Por qué soys tres contra uno? A mí no me parece demasiado justo...

Los bandidos y el enano se giraron hacia la salida de el callejón. Una figura envuelta en una capa y encapuchada los observaba. Los cuatro se sintieron extrañamente incómodos.

-¿Se puede saber qién eres tú? ¿Qieres recibir tú también? -dijo con nerviosismo el jefe.

-No, simplemente pasaba por aquí y bueno. Creo que deberíais soltarle. -dijo la figura.

-¿Crees que tienes derecho a mandarnos? ¿Y quién eres tú si se puede saber? -exigió el bandido.

La fiigura se quitó la capucha. Era un joven humano de pelo castaño y despeinado. Este miró fijamente a los ladrones con sus ojos marrones.

-Solo soy un mago...

Los hombres se quedaron paralizados del terror y salieron corriendo, perdiéndose en la oscuridad.

El chico ya se hiba pero el enano le habló.

-Muchas grácias. ¿Cómo te llamas?

-De nada, soy Pachi...

-Te saludo, Pachi. -dijo el enano haciendo una reveréncia- Mi nombre es Zorim, de la casa del hierro. Por favor, acepta mis servicios en pago de tu ayuda.

El joven se quedó pensativo un rato.

-De acuerdo, cómo quieras. Pero antes una pregunta ¿A quién eres leal? ¿Trabajas por alguien? No mientas pues puedo leer tu mente...

El enano no sabía que el mago no tenía influéncia mágica sobre él por ser de aquella espécie anterior a la magia misma. Pero cómo Pachi vió que era un inocentón se aprovechó. Así que no mintió.

-Pues... Soy leal a mi buen rey Thork. En realidad estoy desterrado por un pequeño lío, pero bueno... -se carcajeó Zorim- Ahora, además, he ganado la confianza de Eugenius II, rei de Orvingut. Precisamente debo llevar unos informes a un mensajero.

-Vale... ¿Dónde?

-En la posada La Cantina.

Gri estaba sentado en la barra, mirando su profundo vaso de cerveza. Esperaba al Chivo, que le tenía que ofrecer informacion sobre un mago negro.

Se abrió la puerta. A Gri no le hacía falta girarde para saber quién era.

Aquel espía humano llamado el Chivo se sentó a su lado.

-¿Lo tienes? -preguntó el joven.

-Claro. -dijo otro entregandole un sobre y frotandose su canosa barba que le daba aquel apodo- Nunca he fallado.

Gri le dió el dinero qué pedía. Leió el papel. Acto seguido lo estripó y lo lanzó al fuego de una chmenea.

-¡¿Pero qué haces?! -exclamó el Chivo.

-Pues porqué nadie debe saber de esto y no necesito ningún papel en mi equipaje mientras me acuerde -simplificó el joven.

El Chivo le dió más información complementaria.

En ese momento sintió una presencia que le era conocida. Esta vez si se guiró. En la puerta estaba Pachi, acompañado por un enano. Gri se volvió otra vez y disimuló. El otro parecía no notar su presencia. El hechizo que había creado funcionaba.

Pachi y el enano se acercaron al Chivo. Este les habló de algo que Gri no entendió muy bien, el enano le entregó unos documentos al espía.

El Chivo se largó de allí. Cuando los otros ya se hiban, Gri desactivó su hechizo de antipercepción y dijo algo suficientemente alto cómo para que Pachi le hoiese:

-¿No te hirás sin saludar a un amigo...?

Pachi se paró en seco y giró la cabeza hacia Gri. Este se giró otra vez.

-Maldito -murmuró Pachi sonriendo- Creía que haún estabas con aquel vejestorio.

-Habla bien de tu Maestro -dijo Gri con seriedad- Le debes mucho...

Se habrazaron cómo buenos hermanos.

-¿En qué andas últimamente? -preguntó Gri, separándose.

-Pues estoy persiguiendo al mago maldito... -escupió el otro.

-Ya somos dos. ¿Me permitirías venir con tigo para darle caza?

-¡Claro! ¡Cómo en los viejos tiempos! -soltó, riendo, Pachi.

El otro se le unió.

-Por cierto -le contó Gri- He conseguido información sobre el maldito. Me la ha dado el Chivo. Se encuentra en la zona sur. Pero no me ha sabido concretar dónde.

-Pues vaya...

-Y además -continuó Gri- dirige un grupo de bandidos bastante numeroso. Para conseguir más información debemos hir en antro llamado El Pez Bailón, en dónde se dice que se reúnen. Pero se debe tener mucho cuidado. Si vamos allí tenemos que ir de incógnito.

-Vale. ¿Cuándo vamos?


-Esta noche...

-A por cierto -dijo Pachi señalano al enano- Este es Zorim, se nos a unido al grupo.

-Encantado, Zorim -dijo Gri tendiéndole.

-Lo mismo digo -contestó el otro estrechándola.

Gri pudo comprobar en sus própias carnes que el enano tenía un fuerte apretón...

Durabte la noche los dos magos, sus caballos, y el enano recorrían en silencio las oscuras calles. Les seguía el Chivo con un grupo de cinco guardias de Grams. Estos querían aprovechar para levantar la redada contra los ladrones.


Se escondieron en un callejón cercano a la taberna.

-Esperadnos aquí... -susurró Gri al Chivo y a los guardias- Si tardamos más de media hora o hoís alboroteo, entrad.

-Muy bien -dijo el Chivo.

Los tres fueron hacia la entrada al establecimiento. Un vijilante que se encontraba en la puerta. Les registró. Aúnque les vió las armas hicieron un hechizo de olvido. Les dejó pasar. Antes de esto, Gri aplicó al grupo el hechizo de antipercepción para que el mago negro no les detectase.

La ciudad de Grams estaba callada. Por aquellos barrios marginales solo rondaban borrachos que se habían olvidado de cómo volver a casa. Aún así quando llegaron a la taberna del Pez Bailón la cosa canvió.


Era un antro de paredes roñosas en dondes abunaban las ratas. Las prostitutas se sentaban en las sillas, en las mesas o en la falda de algún cliente. La mayoría estaban borrachos. Dos de ellos habían empezado una pelea y se les habían unido unos cuántos más. Unos músicos tocaban una alegre canción.

Los dos jovenes y el enano se sentaron en una discreta mesa. Al cabo de un rato llegó un camarero, pidieron una ronda de cerveza. No llevaban ninguna protección. Los chicos llevaban sus espadas bien escondidas, el enano tenía un martillo de guerra bajo la capa. No llamaban la atención.

Se les acercó una prostituta que les ofreció su compañia. El enano tuvo que rechazarla, a regañadientes.

Pachi formuló un hechizo auditivo y se puso a escuchar a los parroquianos. De mientras Gri hizo un hechizo de visión mágica. Al cabo de unos minutos pararon.

-Seguro que los bandidos son estos -afirmó Pachi.

-He visto una puerta que no está vigilada -dijo Gri- se encuentra destrás de estos barriles. No se a dónde conduce...

Los jovenes miraron al enano que estaba fumando en una pipa de maiz. Este se dió quenta de sus miradas y sospechó algo.

-¿Qué?

Y ya tenemos a Zorim escurriéndose por entre la gente. Por suerte los magos le aplicaron un hechizo que impedía que hiciera ruido al pisar el suelo.

El enano abrió la puerta. Había una escalera, oscura y zigazageante. Empezó a bajarla. No se dió quenta de que alguien cerraba la puerta detrás de él.

Los chicos vieron que orim tardaba demasiado.

-¡Maldito enano! -exclamó Pachi- ¿Que le abrá pasado?

-Deberíamos ir a ver. -sugirió Gri- si lo an pillado es posible que igualmente les cuente que estamos aquí. Es mejor ir hacia el peligro que quedarnos aqui sentados...

-¡Pues a que esperamos! -dijo Pachi levantándose del tamburete.

El enano llevaba un día horrible. En la mañana tres matones casi le mataron. Y ahora esos mismos matones estaban allí delante de él, que estaba atado en una silla y desarmado.

-¡Pero, amigo! ¡Te digo que te lo pagaré todo! -decía Zorim, sudando cómo un cerdo- ¡Solo dame cuatro días más!

-Ya te he dicho que es demasiado tarde, enano... -dijo el bandido.

Se habrió la puerta de la oscura sala. Entró alguien envuelto en una capa negra, oculto tras una capucha, escoltado por dos hombres. Los bandidos hicieron una reveréncia ante aquella figura.

-¿Ese es el espía? -dijo el encapuchado en tono burlón con una voz cruel.

-Si, mi señor...

-¡Eh! ¡Respeto por los cautivos! ¡Soy un prisionero de guerra! -exigió el enano.

-Con que prisionero de guerra ¿eh? -se carcajeó el hombre tirándosese la capuchahacia atrás- ¿Y que harás, prisionero?

Tenía la mitad derecha de la cara llena de quemadas. El enano se quedo horrorizado y dudó al ablar.

-Pues... ¡Mis amigos te darán una paliza!

Los hombres rieron con ganas.

-¿De verás? ¿Y se puede saber dónde están esos "amigos"?

-Detrás de ti...

Al mago negro se le heló la sangre. Todos se giraron hacia la puerta. Pachi y Gri estaban allí, empuñando sus hierros.

-Vaya, vaya, vaya... ¡Pero quiénes han llegado! ¿Cómo os van las cosas, mocosos?

-¡Pagarás por todos los males que has hecho, Drehem! -dijo Pachi.

-Ya lo veremos... -les desafió el mago negro mientras desenbinaba su espada- ¡Matadles!

Los cinco hombres obedecieron. Drehem lanzó un fogonazo de luz verde. Gri blandió su espada y golpeó al rayo. Rebotó y se partió en dos. Dos de los bandidos cayeron al suelo, fulminados.

Pachi atacó al mago negro con un hechizo de fuego. El otro lo esquivó con facilidad. Gri luchaba contra los tres enemigos restantes.

Zorim vió una espada de un caído. Hizo fuerza y se lanzó, atado a la silla, al suelo. Empezó a arrastrarse. Llegó a dónde estaba el arma. La cojió y empezó a cortar las cuerdas.

Gri había matado a dos bandidos. El tercero escapó hacia la puerta. Ya casi había llegado cuando algo le golpeó en la espalda. Caió de bruces. El enano estaba encima de él, con su martillo.

-¡Piedad! -suplicó el hombre.

-Ya es tarde... -dijo Zorim descargando un golpe contra la cabeza del hombre.

Pachi y Gri peleaban contra Drehem. El mago negro lanzó un hechizo masivo. Los otros lo repelieron con dificultad. Pararon un momento, estudiándose.

-¿Sabes por qué llevo un guante en mi mano izquierda? -preguntó Drehem a Gri.

El hombre se quitó el guante. Su mano parecía gris. Los jovenes se fijaron más. Contuvieron el aliento. Era de metal.

-¿Sorprendido? -dijo Drehem con odio- Pues esto me lo hiciste tú. Aquella noche en Altaim. Tú me devolviste aquel maleficio. No tuve tiempo de paralo y... Bueno, este es mejor... Así que grácias.

Gri lo recordó todo, imposible borrarlo de su memoria. Él tenía medio pecho hundido por ello.

-Lástima que no te matara... -dijo con frialdad el joven.

Volvieron a luchar. Se hoían gritos y pasos. Los bandidos bajaban. Zorim cerró la puerta y la contuvo. Los humanos se lanzaron contra la puerta. Pero no resistiría mucho porqué no era demasiado amplia. Además se abría hacia dentro.

La puerta cedía. Los borrachos ladrones gritaban al acorralado grupo desde el otro lado. A los jovenes se les agotaban los poderes.

Al fin la puerta cedió. Los ladrones entraron en la sala. Zorim se lanzó hacia ellos. Empezó la pelea.

Al principio los bandidos rodearon al enano. Pero este se zafó de ellos blandiendo su martillo y les hizo retroceder hacia la puerta. Eran bastantes.

La cosa siguió así un rato. Los jovenes magos estaban cansados. Zorim había conseguido contener a los bandidos en la escalera.

Pero de pronto se hoyó un grito que venía de arriba de la escalera:

-¡Bajad las armas en nombre de Grams!

Era la voz del Chivo.
-¡Son las autoridades! -chillo un ladrón.


-¡No retrocedáis! -imperó Drehem- ¡Matadlos!

Gri aprovechó la distracción del mago negro para lanzarle un hechizo. Este lo esquivó con dificultad. Se reanudó el combate. De mientras el Chivo y los guardias bajaron por la escalera y cargaron contra los borrachos bandidos. Zorim se defendía de los que aún querían entrar.

Al fin la presión que ejercia el enano y los guardias fue lo que derrotó a los ladrones. El Chivo y su grupo, junto a Zorim, entraron en la sala.

Drehem se dió cuenta de qué estaba rodeado.

-¡Tira el arma, mago! -le exigió el Chivo- Y te perdonaremos la vida.

El mago negro les sonrió.

-Jamás...

Hizo un maleficio muy fuerte contra los magos. Estos resistieron con dificultad. Antes de poder reaccionar les lanzó un hechizo de terremoto. No pudiron esquivarlo y caieron al suelo.

Drehem aprovechó aquel momento para huir. Dos guardias se interpusieron entre la puera y él. Salieron volando, carbonizados.

Los jovenes se levantaron y corrieron detrás de él. Subieron la escalera. Cruzaron el salon de la taberna. Salieron por la puerta del local. No había nadie.

Se hoyó un rujido y miraron al cielo. Vieron al mago negro montado en una bestia voladora. Gri pateó el suelo, enfadado. Se les había escapado.

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