domingo, 26 de octubre de 2008

UNA BIBLIOTECA QUE OLÍA A VIEJO

El tercer episodio:

CAPÍTULO 3: UNA BIBLIOTECA QUE OLÍA A VIEJO

A la mañana siguiente Pachi, Gri y Zorim fueron a la entrada de la torre, junto a Larenlië y a todos los aprendices de la escuela a despedirse del Gran Mago.

Este había trazado un círculo de teletransportación en el suelo para él y dos magos más que lo acompañaban. Después de despedirse de los aprendices el Gran Mago se dirigió hacia Gri y a Pachi.

-No olvidéis en informarme -les susurró el elfo.

Acto seguido entró en el círculo, pronunció unas palabras mágics y él y los otros dos magos desaparecieron.

Larenlië guió a los jóvenes y al enano hacia la biblioteca vieja. Era una silenciosa y oscura sala, iluminada sólo por algunas mortecinas velas. Estaba llena de esstanterías sucias de polvo y telarañas.

La elfa abrió una pequeña puerta que los trajo a una pentagonal habitación de las mismas caracterísicas que la sala anterior. Había una mesa redonda en medio. Las paredes estaban llenas de estanterías y estas repletas de libros y manuscritos que parecían tan viejos cómo el andar.

-Bien, empezemos -suspiró Zorim- ¿Con qué idiomas está escrito?


-Sólo en idioma arcano y rúnico -contó la elfa.

-Pues yo sólo conozco el rúnico. Así que no os podré ayudar mucho... -les explicó el enano mientras encenía su pipa demaíz y buscaba algún libro- Por cierto. ¿Qué buscamos exactamente en este montón de polvo?


-Algún libro o referéncia de Grehamus -dijo Gri.



-Vale... -dijo con resignamiento el enano.

En aquel momento el Gran Mago estaba esperando con sus acompañantes en una espécie de claustro que había dentro del palacio de piedra. Se habrieron unas puertas y salieron a su encuentro el joven príncipe Faluom seguido de una corte de elfos lameculos. El Gran Mago se inclinó ante el otro.

-Seas bienbenido, Gran Mago -dijo el príncipe con nerviosismo mientras le hacía levantarse.

-Mi señor -dijo el Gran Mago- ¿Qué puede hacer por vos este viejo elfo?

-Quiero que seas mi consegero. No te preocupes. Sólo hasta que haya conseguido unificar al pueblo.

-Cómo ordenes...

Gri, Pachi, la elfa y el enano estuvieron trabajando en aquella sala durante dos largos meses. Casi no salían de allí, sólo para descansar, comer o hablar con el Gran Mago. Éste, de vez en cuando, les hablaba sobre lo que ocurría en el reino de los elfos. Las rebeliones que habían apagado, los intentos de asesinato, la coronación del nuevo rey. Y ellos le hablaban de que poca información habían conseguido sobre aquel misterioso mago.

Pero una noche convió todo. Estaban trabajando en la biblioteca más tarde de lo normal Zorim se había subido a una escalera móbil e intentaba bajar de ella con cuidado para no dañar el pesado libro que llevaba en brazos. Éste libro fue en su tiempo un bloc de notas de Grehamus, no parecía muy importante.

Y entonces uno de los clavos que sostenian la escalera no pudo aguantar más el peso del enano y del libro y se soltó. La escalera se inclinó lijeramente, pero con brusquedad, hacia un lado y el ruido hizo que los otros se sobresaltaran.

El enano intentó recuperó el equilibrio pero una de las páginas del libro se soltó y cayó en cima de la mesa, encima de Pachi.

Este no pudo evitar mirarla y se quedó helado.

-¡Gri, corre, ven aquí! -exclamó con cansancio- ¡E encontrado algo!

Gri y el resto fueron hacia Pachi y éste les mostró el amarillento folio.

En el medio de la página se veía un dibujo muy esquemático hecho con tintas anaranjadas y negras una espécie de cuerpo humanoide oscuro rodeado de una aura llamas.

-No hay ninguna letra -observó el enano.

-¡Espera! -dijo la elfa- ¡Dame el papel!

Pachi se lo cedió, ella lo acercó a una vela y pronunció unas palabras inteligibles.

De pronto aparecieron en la página un montón de runas de color azul.

-¿Qué demonios has hecho? -le preguntó el enano a la elfa.

-Descifrar un código. Es un antiguo hechizo de ocultación.

Larenlië empezó a leer pero se dió quenta de que el texto empezaba en alguna página anterior. Así que estuvieron un rato buscando la página. Al fin la encontraron. La elfa tragó saliva y empezó a leer:

-"EL DEMONIO DE LAS SOMBRAS. Éste es el resultado de dos años de búsqueda. Se a sacado información sobre éste hecho de mano de algunos magos conocedores del suceso.

Uhclat fue un prometedor mago elfo que después de vivir traumáticas experíencias cómo la muerte de su mujer o la desaparición de su hermano hicieron que cojiera fobia a morir.

Durante unos quatrocientos siglos estudió la forma de lograr la inmortalidad y al fin halló la forma.

Descubrió que creando un demonio, un hecho casi imposible, juntando un elemental con otros espiritus podía modificar su estructura psiquíca mediante un ritual. De esta forma conseguiría adueñarse del demonio y establecer con él un vínculo que le proporcionaría la inmortalidad.

Mucho se preparó para hacer aquel ritual, en absoluto silencio. Pero su hija Jah descubrió el misterio y se lo contó a su hermano Belm.

Los dos intentaron disuadir al padre pero este, en un ataque de locura, se enfureció y mató a Belm.

Uhclat empezó el ritual pero justo cuando se encontraba en su apogeo apareció Jah que intentó detenerlo.

Aún no se sabe lo que ocurrió pero parece ser que el demonio se descontroló y mató a Uhclat y a Jah.

Este diabólico ser destruïó algunos pueblos vecinos. Pero los mago elfos actuaron con rapidez y utilizaron una antigua piedra mágica provinente de las tierras élficas. Era llamada con el nombre de la Piedra Oscura.

Estos mágos fueron a su encuentro y mediante unos hechizos consiguieron atraparlo dentro de esa piedra.

Por seguridad decidieron esconder la piedra en el palacio real de los elfos. Pero por culpa de un conflicto civil tuvieron que trasladarla de lugar. Hasta ahora la piedra y sus guardianes han desaparecido. Pocos son los magos que conocen de su existéncia. Y muchos menos los que la han buscado sin encontrarla."

Larenlië paró de leer. Todos se quedaron en silencio. Fue Gri quien rompió el hielo:

-Lo tenemos... ¡Lo encontramos!

Pachi se lanzó en una silla y respiró hondo. Tanto tiempo de busqueda...

Fueron a dormir y a la mañana siguiente se pusieron en contacto telepático con el Gran Mago para relatarle lo sucedido:

-¡Felicidades! -exclamó el Gran Mago en sus mentes.

-Una pregunta, mi señor. -le questionó Pachi- ¿Qué és esa isla élfica que describe Grehamus?

El elfo tardó en responder:

-No sé mucho de ella... Nadie se a aventurado a ir allí... Por lo que sé es de dónde provenimos los elfos. La llamaban algo así cómo Heredrevë, la Isla del Sol Naciente. Ni nadie sabe el motivo por el qual nuestros antepasados la abandonaron.

-No sabia qué ustedes provenían de una isla -dijo Gri- Creía que provenían de una tierra del este.

-Si, son pocos los qué la conocen. Incluso muchos elfos la consideran un mito... Ahora que habéis encontrado éste texto esa leyenda es real.

-¿Pero allí podríamos encontrar rastros de la piedra mágica? Porqué si proviene de allí...

-Nosé... No os lo recomiendo...

-Pero si Drehem aún no la a encontrado puede que la busque allí. -objetó Larenlië.

-No me parece sensato.

Se despidieron del elfo.

-Yo iré -dijo con resolución Gri.

-Y yo te seguiré -le dijo Pachi poniéndole una mano en la espalda.

-Y yo también -dijo Zorim que habia estado observando la escena.

-¡No! -exclamó la elfa- ¡No podemos ir! ¡El Gran Mago...

-Me da igual lo que diga el Gran Mago. Ahora ya sabemos que esa isla es real y puede que allí encontremos lo qué buscamos -dijo Gri.

-¡¿No ves que es una locura?! -dijo la elfa, alarmada.

Gri la miró a los ojos. A la elfa le costó aguantar aquella mirada tan penetrante del humano.

-Pues bien, no vengas. Nadie te obliga... Pero... piensa en esto. Puedes quedarte aqui, encerrada sin hacer nada. O ir a tu tierra natal para salvar el mundo. ¿Qué prefieres?

La elfa se quedó sin saber qué decir. Pero al fin suspiró con resignación:

-Esta bien... prometí al Gran Mago qué os ayudaría. ¿Pero qué haré con mi aprendiz? No puedo llevarlo.

-¡Carai! No sabia que tuvieras un aprendiz. -exclamó Gri.

-Si, es un elfo de la nobleza llamado Fulmuën, de la casa de los Abetos. Motivo de más para no llevarmelo.

-¡Bah, bobadas! ¡Traetelo! -dijo Pachi.

-No lo traeré. No quiero ponerlo en peligro.

-Eso, eso -dijo Zorim- No quiero otro elfo más de compañero.

Larenlië hizo caso omiso al comentario del enano.

-¿Crees qué está demasiado lejos la isla? -le preguntó Gri a la elfa.

-No lo sé. Bastante supongo.

-Pues tendremos que cojer un barco rápido.

-En las islas Polleam hay buenos barcos de esos. El problema son los piratas. -observó Pachi.

-No -dijo de pronto Larenlië- Con un barco élfico. Son los más rápidos y ligeros.

-Pero hay pocos... -dijo Gri.

-Y caros de conseguir -completó Pachi.

-Mmm... Podríamos comprar un barco humano y aplicarle hechizos de resisténcia y velocidad.

Los otros asintieron pero Zorim tenía sus dudas.

-¿Y el dinero?

-No hay problema -explicó la elfa- La torre tiene bastantes fondos. Mañana viajaré a las islas Polleam. Ya conseguiremos un barco veloz. ¡Venga! ¿Quando marchamos?

-Mañana -dijo Gri.

Empezaron a preparar el equipaje.

No supieron que Fulmuën, el aprendiz de Larenlië, les estaba espiando y qué estaba dispuesto a seguir a su mentora allá a dónde fuese.

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