lunes, 10 de noviembre de 2008

UN DÍA SOLEADO


El séptimo:


Capítulo 7: UN DÍA SOLEADO

Despues del incidente, aquella misma noche, el Slugh giró esta vez en dirección sudeste, para volver a la ruta inicial. Durante las siguientes horas sortearon más de uno de aquellos terribles icebergs.

Pero a la mañana siguiente se levantaron con otro sobresalto. Delante de ellos, a pocos quilòmetros, se había formado otra tormenta.

-¡Maldita sea! -maldidció el capitán.


-¿Podemos esquivarla? -preguntó Pachi.


-No, esta vez no. Esta demasiado cerca. Rezemos porqué los dioses tengan piedad de nosotros pues tendremos que cruzarla...

Cuando el barco empezó a travesarla en un principio sólo les atacó una ligera lluvia. Acontecieron asi casi todo el dia y lo aprovecharon para cerrar y reforzar las escotillas y las brechas que pudiera haber ya que sabian que eso sólo era el principio.

Pero en la negra noche todo canvió. Empezaron a surcar olas un poco altas y a soplar un fuerte viento que hacia que el barco canviase de dirección. Pero luego la cosa se complicó aun más. Empezó una tormenta eléctrica. Los luminosos rayos y los ruidosos truenos atacaban a unas colosales olas que crecian sin parar.

El barco se balanceaba entre aquellas montañas de agua. Daba la sensación de que cuando estaban en la cima de aquellas olas podrian tocar el cielo. Pero luego bajaban casi hasta pisar el fondo marino. El agua entraba por la cubierta. Los marineros que bombeaban la bomba para extraer el agua trabajaban sin parar, hasta el agotamiento.

Casi no avanzaban. Se podría decir que lo que hacian era impedir que la corriente se los llevara y no se los tragara el enfurecido océano. Y entonces el capitán tomó una decisión y fue a informar al contramaestre, para ser hoydo era necesario gritar:

-¡Recoged las velas! ¡El viento no hace más que entorpecernos!

-¡Si señor!


El hombre ordenó a unos quantos hombres que se subieran al trinquete y al palo mayor y ejecutaran la orden. Los viajeros estaban en la cubierta, Zorim vomitando como un loco, y los dos humanos también decidieron subir para ayudarlos. La elfa tuvo que quedarse para retener a su aprendiz de hacer lo mismo.

Subieron al palo mayor y comenzaron con la vela de más abajo, junto a los otros marineros. Se agarraban con las manos a la tela y se sostenían gracias a una cuerda en donde ponian los pies. Luego fueron tirando la vela hacia ellos hasta recojerla y atarla. Esto les llevó un buen rato. Siguieron con la segunda vela de arriba y luego empezaron con la tercera y última.

Entonces la corriente que seguía el barco se cruzaba con otra corriente en donde las olas se colisionaban. Y cuando el Slugh entró en esta encruzijada el choque de olas fue impresionante. El bergantin sufrió una fuerte sacudida. Los marineros apostados en los palos tuvieron que agarrarse con fuerza para no caer. Gri y Pachi oyeron un chasquido. De pronto caieron. La cuerda habia cedido por el peso pero consiguieron agarrarse a las velas. Los otros hombres no tuvieron tanta suerte y se precipitaron al vacio, chillando. Las olas se los tragaron. Ambos magos contemplaron, impotentes, como morian.

Una repentina rafaga d viento azotó las velas. Al no tener soporte para los pies no pudieron con la fuerza y la vela se levantó. Se batía con furia cual pajaro bate sus alas. Estuvieron a tiempo de cojerse con fuerza al palo pues el vento se llevó aquella tela.

Lentamente avanzaron hacia el palo y bajaron por la cuerda-escalera hasta la cubierta.

Los elfos y el enano corrieron a socorerrlos:



-¡Gri, Pachi! ¡¿Estáis bien?! -exclamó la elfa.

-Si... pero aquellos hombres no... -dijo Pachi.



Fueron al puente de mando para hablar con el capitán.

-¡Por los dioses! ¿Como estáis?

-Bien, pero hemos perdido demasiado.

-¡No os preocuéis! ¡Id a descansar!

-No. -dijo Gri- Nos quedaremos aqui para ayudar. ¿Hay alguna brecha?

-Si, en la cubierta inferior hay varias.

-Entonce que Fulmuën vaya a ayudarlos -imperó Larenlië- I será mejor que Zorim lo acompañe. Yo de mientras subire al palo mayor y haré de grumete

El enano agradeció la observación y se fue con el elfo.

-Tened cuidado, mi señora -dijo el capitán- El barco se balancea mucho y la visibilidad es casi nula.

-No se preocupe, se cuidarme y tengo buena vista.

Diciendo esto trepó como una ardilla hasta la cima. Gri y Pachi sustituieron a los exaustos hombres encargados de bombear. De vez en cuando la elfa vajaba para informar el capitán de los cambios de corriente que había más adelante con lo que pudieron aprovecharse de ello.

Durante una eterna hora el Slugh prosiguió aquel camino. Luego la tempestad amainó un poco y al cabo de una hora ya habian salido de ella.

Todos respiraron aliviados. Habían escapado.

Bombearon un rato más para sacar todo el agua que se habia filtrado y acabaron de cerraro las grietas. Seguidamente, mirando la brújula, giraron el barco hacia babor, pues estaban en dirección sur, y la mantuvieron. Finalmente fueron a dormir, aliviados de su fortuna. Sobretodo Zorim...

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