sábado, 8 de noviembre de 2008

DE CALOR A FRÍO

El sexto capítulo:

CAPÍTULO 6: DE CALOR A FRÍO

El Slugh fue en dirección noreste durante cinco dias. Ahora eran veinticuatro en total.

En el sexto dia el aburrido Fulmuën, que trabajaba como grumete en el palo mayor como castigo, divisó un trozito un trozito de tierra.

-¡Tierra a la vista! -gritó a pleno pulmón.

El capitán del barco observó con el catalejo la isla a la que se dirigían, la Isla de del Agua.

El Slugh ancoró al lado de una cala llena de dunas aprovechando la marea alta. Desenbarcaron todo el cargamento, lo juntaron y lo taparon con unas velas de repuesto. Esto les serviría para que se conservaran.

Mientras Zorim estiraba las piernas. Los magos preguntaron por todo aquello. El capitán les contó que lo que hacían era para poder carenar el barco, es decir, sacar las algas que se hubieran pegado en el casco, canviar tablones podridos etc.

Al cabo de unas horas la marea bajó y entonces el barco quedó descubierto sobre la arena de la playa. Los marineros aprovecharon para apuntalarlo con troncos de árbloes que habían cortado. Luego acercaron al casco unas plataformas, hechas también de troncos, los marineros se subieron a ellas y empezaron a raspar la parte baja del buque, llena de algas.

Durante doce dias estuvieron haciendo esta faena. Pachi, Zorim y Gri ayudaron en esta tarea. A éste último le esnseñaron a nadar. Al terminarla en el último día recubrieron la parte baja del buque con una mezcla de grasa y sofre, que hacia muy mal olor. También aprovecharon para canviarar los tablones podridos o los que habian sido destruidos durante el ataque pirata. Algunos marineros se dedicaron a conseguir comida, pescado, o madera.

Gri y Pachi estaban hablando con el capitán acerca del resto del viaje pero este desconocía, al igual que el resto del mundo, lo que encontrarían. Entonces a Gri le vino una pregunta a la cabeza:

-Disculpe capitán. ¿Tendremos suficiente agua para el resto del viaje?

El hombre se quedó sin saber que decir. Estaba claro que no había pensado en ésto.

-Bueno... Pues... Llevamos suficiente agua para un mes. Además confiamos en las lluvias...

-Si pero puede que no sea suficiente ¿Y por qué esta isla la llaman la del agua? Yo no he visto nada más que arena.

-No lo sé. Los marineros conocemos esa isla porque aqui los piratas del norte para a veces para arreglar sus barcos pero nadie sabe el por qué...

Dejaron el tema en el aire. El capitán prometió meditar el problema.

Los dos jovenes, junto con Fulmuën que quería perder de vista a su maestra, decidieron ir a pasear.

Fueron por la isla discutiendo el tema. Subieron por una duna especialmente alta. De pronto Pachi se paró en seco.

-Eso es...

-¿El qué?

-¡Ya se porqué la llaman la Isla del Agua! ¡Aha! ¡Mira! -aseñalo Pachi.


Los otros dos miraron hacia delante. Allí se extendía una hondonada. Esta estaba llena de unas plantas que nunca habían visto, cactus.

-¿Que son esas cosas? -preguntó el elfo.

-Son unas plantas llamadas cactus -explicó Pachi- La he estudiado, crecen en lugares secos en dónde no abunda el agua. Pero lo que hacen es que la poca que consiguen la guardan en su interior, pudiendo resistir mucho tiempo. Ahora entiendo el nombre.

Fueron a contárselo todo al capitán. Éste les consiguió unos quantos hombres y un montón de barriles vacíos.

Volvieron a la hondonada y cortaron bastantes cactus luego los exprimian y de ellos chorreaban el preciado líquido. Una vez llenados los volvieron a traer al campamento.

Así el día siguiente el barco zarpó, aprovechando la marea alta. Esta vez hiban en dirección este.

Los vientos no soplaron demasiado y el Slugh no navegó demasiado rápido. Durante dos dias la cosa fue normal. Pero en el tercero los ojos de Fulmuën avistaron algo en en el cielo del este.

-¡Capitán! ¡Capitán!

-¡¡¿Qué?!

-¡Se está formando una nube allí en el este! -señaló el elfo.

El capitán lo observó peró no hizo mucho caso. Pero al cabo de dos horas la nube había crecido. Y el elfo volvió a llamar al capitán. Esta vez el hombre reparó más en la nube y se alarmó al ver que se aproximaba hacia ellos. Una tormenta.

El capitán se reunió con sus dos oficiales y los viajeros.

-¿Que debemos hacer? -les preguntó- La tormenta viene justo hacia nosotros. Además los vientos no soplan a nuestro favor por lo que tardaríamos mucho tiempo si la cruzaramos. Tenemos que canviar de dirección y luego retomarla.

Los dos oficiales estuvieron de acuerdo.

-¿Y ustedes? -les preguntó el capitán.

Pachi tardó un poco en responder:

-Estamos de acuerdo...

-Bien...

El capitán lanzó la voz de virar a babor. Asi el Slugh fue en dirección norte ya que se rumoreaba que por alli habian algunas islas o incluso continentes. El único problema era que estaban cerca de las ciudades piratas.

Durante tres días fueron paral·lelos a la tormenta y esta estuvo a punto de alcanzarlos pero a fin se salieron con la suya sólo que ahora estaban un poco perdidos en unas aguas desconocidas.

En esta parte de Océano del Oro se percataron de que hacía un poco de frío y en la tranquila noche del cuarto día hicieron un desafortunado descubrimiento.

Aquella oscura noche no había luna en el cielo y unas nubes tapaban las estrellas por lo que la visivilidad era bastante precaria.

El grumete que hacia el turno de noche estaba un poco dormido y tardó bastante en darse quenta de lo que le venía de caras. Cuándo lo vió se asusto y gritó alarmado:

-¡Una roca! ¡Viene una roca flotante!

El timonel y el segundo oficial, los unicos que hacian guárdia, se lo tomaron cómo una broma. Pero cuando miraron hacia la proa vieron que el grumete no mentía. Una roca blanca dos veces superior a la altura del casco del bergantín estaba plantada delante del barco, a unos cincuenta metros, y se movía.

-¡Por todos los mares! ¡Vira a estribor! -ordenó el atemorizado oficial.

El timonel obedeció al acto y ambos lo guiraron. El Slugh empezó a girar con rapidez. Parecía que hiban a esquivarla.

Gri estaba durmiendo con tranquilidad en su hamaca, junto al resto de la tripulación. De pronto todo el barco sufrió una sacudida. El joven cayó de bruces al suelo. Se levantó deprisa, como el resto de neguitosos hombres, y subieron a cubierta.

Lo que vieron fue impresionante. A babor del barco había una roca blanca. Estaba muy cerca de ellos pero no lo suficiente cómo para darles un golpe.

Gri fue hacia la barandilla y observó a la roca el tiempo que paso por delante de él. Aun que no llegaba a tocarla si podía sentir que desprendía frío. Desenfundó su espada y golpeó a la roca con ella. Luego toco los restos de aquel material que habían quedado en el hierro y descubrió lo que sospechaba.

-Hielo... es sólo hielo...

-¿Que ocurre? -le preguntó Larenlië.

-Esta roca es de hielo...

-¿De hielo?

-Si. No me imaginaba que en los mares hubiesen rocas flotantes -dijo mirando al capitán.

-Sólo he oido hablar muy poco de ellas -dijo el capitán-Los llaman témpanos de hielo. Son pequeños trozos de enormes glaciares flotantes que se deprenden.

-No estaba tan cerca cómo para tocarnos...

-Eso es porqué sólo una pequeña parte de él sobresale a la superfície.

-¡Entonces puede haber dañado el casco!

-Puede ser ¡Farn! ¡Ve a mirar que no haya daños! Hemos entrado en aguas heladas...

El hombre obedeció. De mientras el segundo oficial les relató el incidente. Cuando volvió les informó de que había una pequeña fisura. El carpintero se puso a trabajar en ello.

El resto ya volvía a sus camarotes cuando un hombre exclamó:

-¡Eh, mirad! ¡Allí!

Todos se giraron hacia el horizonte del norte. Lo que vieron les dejo sin habla.

Allí se encontraban unas nubes muy extrañas. Brillaban con luz propia, una luz fluorescente verde y roja. Parecían difusas y que se fueran a caer al agua. Era maravilloso.

Pero algunos marineros empezaron a rezar a los dioses pues no confiaban en ellas.

-Tranquilos... Se lo que es... -les calmó Pachi- Es una aurora, en este caso boreal. Son unas nubes de energia que se concentran de vez en cuando en los polos de nuestro mundo. Mientras no nos acerquemos a ellas no tenemos nada que temer.

Pero uno de los hombres replicó:

-Estas aguas estan malditas.

-Puede...

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